Erythrina poeppigiana (Walp.) O. F. Cook
Nombres comunes: Amapola, Amapola de sombra, Brucal, Bucare, Mapola
Familia: Fabaceae
Características: Árbol que alcanza hasta 30 m de altura y puede tener un diámetro de 2 m. Las hojas son compuestas con tres foliolos que miden 6-20 cm de largo por 5-15 cm de ancho, una característica típica de la especie es la presencia de glándulas verdes en la base del foliolo terminal. Las flores pueden variar de color desde el anaranjado hasta el rojo escarlata en
una inflorescencia que agrupa muchas flores que abren sucesivamente. El fruto es una legumbre que puede alcanzar hasta 25 cm de largo por 1 cm de ancho.
Florece de forma general en la época seca, entre enero y abril
Distribución: Es nativa del norte de Sur América, desde Panamá hasta el norte de Ecuador y Brasil. Se ha introducido en muchos países como ornamental y por su rápido crecimiento como sombra para el café.
En República Dominicana es común en las zonas húmedas donde se cultiva el café y el cacao entre los 200 y 1600 msnm, con preferencia por suelos profundos.
Importancia: El uso principal de esta especie es para sombra de cultivos perennes como café y cacao, también se usa como ornamental y para cerca viva. Es una planta melífera, en el época de floración es muy visitado por los insectos y las aves que se alimentan de néctar. En algunos países es usada como medicinal por lo alcaloides que contienen la corteza, ramas y semillas. Se reporta su uso para envarbascar peces y el fruto es tóxico para el ganado. Las flores se han usado para sopas y ensaladas.
La madera es blanda pero es muy aceptada para la elaboración de utensilios y objetos de artesanía. En la zona de Miranda, en la Autopista Duarte son comercializados varios productos realizados con su madera.
Forma parte del folclore del campesinado con muchas creencias relacionadas sobre todo al momento de la floración como: Cuando florece la amapola las muchachas se van. También ha sido motivo de inspiración para los artistas formando parte de las canciones de Sergio Vargas y Juan Luis Guerra.
Y sin duda su floración se fusiona con el paisaje rural logrando el encanto del campo dominicano.
Elaboración: Juan Llamacho